EN UN 5 DE OCTUBRE DE 1982… NEROLI FAIRHAILL GANA UNA PRUEBA ABIERTA
La doncella de Christchurch
Hace pocos
días, para otro trabajo, revisé el contenido multimedia de los Juegos Olímpicos
de Londres’12, para elaborar un resumen. Una de las gestas que más ha quedado
en el olvido, fue la del surcoreano Im
Dong-Hyun que estableció en las rondas previas de tiro con arco un
record mundial individual y por equipos, pese a ser clínicamente ciego. A pesar
de colgarse el bronce por equipos, disfrutó de muchas menos portadas que otro deportista
paralímpico que se atrevió a desafiar a los profesionales. Me refiero al atleta
Óscar Pistorius,
que después de un largo litigio tuvo la oportunidad de competir en los JJ.OO, e
incluso poder contar a sus nietos que estuvo presente en la final del relevo largo.
Treinta
años antes, en un 5 de Octubre, Neroli
Fairhall, de 38 años, hacía historia. Durante los Juegos de la Commonwealth, en
Brisbane, no muy lejos de su Nueva Zelanda natal, Fairhall ganaba el oro en la
prueba individual de tiro con arco. Manejaba el arco desde una silla de ruedas,
que iba equipada un compartimento a modo de alforja de donde sacaba las
flechas. La situación del objetivo era la misma que para el resto de
competidoras. Era la primera vez en la historia del deporte que un deportista
discapacitado ganaba una competición abierta.
La
historia de Neroli Farihall no es muy distinta a la de muchos a los que la
fatalidad se cruza en medio del camino. Volviendo a su casa, en 1969, con 22
años, en la flor de la vida, sufrió un accidente de motocicleta que le provocó
una paraplejia irreversible. Al igual que muchos deportistas paralímpicos,
comenzó a practicar el tiro con arco como una actividad de ocio, que pronto se
convirtió en una pasión. Al igual que sucedió con Pistorius tampoco le resultó
fácil competir con los profesionales, ya que también aquí había suspicacias
sobre si obtenía ventaja por el hecho de lanzar sentada. Como ella misma dijo,
con fina ironía “No sé si tengo ventaja.
No he tirado nunca una flecha de pie”
Superar
la adversidad, superar las barreras. Un eslogan que la neozelandesa hizo suyo
en la propia competición como demostró en aquel histórico oro. Fue remontando en cada ronda, hasta forzar un
play-off de desempate ante la norirlandesa Yates en la última flecha. Los
organizadores tuvieron que desmontar el podio para hacerlo accesible a la nueva
campeona de la Commonwealth, en medio de la ovación cerrada de todo el estadio,
y de sus propias rivales.
Fue
seleccionada para competir en los Los Ángeles 1984, siendo la primera
deportista con paraplejia en competir en unos juegos olímpicos. También desfiló
en cuatro paralimpiadas la última la del año 2000, en Sydney. Incluso antes de
ser arquera, probó suerte en las pruebas de atletismo adaptado. La historia de
su vida, llevó a la reina Isabel II a otorgarle la distinción de miembro de la
orden del Imperio Británico.
Tras su
retirada, Fairhall decidió montar una escuela de tiro en su localidad de
residencia, Christchurch, orientada a iniciar en el tiro con arco a personas
discapacitadas, tomando parte activa como entrenadora. En 2006, falleció,
dejando atrás un legado del que otros deportistas como Pistorius o Dong-Hyun han disfrutado en el presente.
Y mañana en el
blog: Los papás la sabían meter
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