EN UN 4 DE OCTUBRE… DE 1998 MICK DOOHAN, PENTACAMPEÓN
DEL MUNDO
Goliat tenía la Honda
“Al principio, tras la caída, sólo preguntaba
al Dr.Costa cuando volvería a subirme a la moto. Transcurridas unas horas tan
sólo me preocupaba saber si podría volver a caminar” Era julio de 1992. Los
médicos holandeses habían hecho un alarde de mala praxis médica que estaba a
punto de conducir a Doohan a la amputación de su pierna. Sus pies estaban fríos
y violáceos. El Dr.Costa asumió toda la responsabilidad y realizó una cirugía
artesanal sobre el tobillo de Doohan, herido durante los entrenos del G.P de
Holanda en Assen. Antes del accidente, Mick tenía una ventaja de 65 puntos
sobre Rainey (Yamaha), que se había reducido a tan sólo 22 a falta de dos carreras. En Brasil, apenas un mes más tarde, Doohan
hizo una demostración de valor inigualable al volver a competir cuando apenas
podía andar en muletas.
En el paddock de Interlagos, Doohan sintió un
infierno similar al que sufrió Niki Lauda, cuando con las quemaduras aún en
carne viva, volvió en Monza para defender su liderato del mundial de Fórmula 1
de 1976, ante James Hunt. El piloto aussie,
sufría unos dolores indescriptibles que los analgésicos mitigaban durante
minutos. El Dr.Costa le advirtió que otra caída podía conducir
irremediablemente a la amputación. Pese a todo se subió a su Honda, y a duras
penas pudo terminar la carrera en 12º posición. Rainey ganó y se colocó a dos
puntos con sólo el G.P de Sudáfrica por disputarse. Si bien Doohan encontró
mejores sensaciones en el circuito de Kylami, sólo pudo ser sexto. Rainey
terminó tercero, y tal como le sucediera a Lauda, el aspirante le iba a
levantar el título mundial en la última carrera.
El varapalo
moral, unido a la lenta recuperación completa de las secuelas del accidente,
llevaron a Doohan a plantearse la retirada. Eran los noventa, la época dorada
del motoracing, y también del
motociclismo. Las dos tiempos eran fieras salvajes que requerían de una doma
sutil, a la par que saber azuzarlas en el momento preciso, e incluso susurrar
al oído y mimarlas con la puesta a punto. Allí era donde el “Atomick” mostraba
sus mejores virtudes: metido siempre en trazada, arriesgando cuando había que
hacerlo... La nómina de rivales, es simplemente escalofriante: Schwantz,
Rainey, Crivillé, Lawson, Mamola, Barros… pilotos que, sin desmerecer a los
actuales, se manejaron en un escenario mucho más complicado, con motos sin
ayuda de ningún tipo y un corazón de fuego bajo el carenado.
Mick Doohan se
recuperó de su lesión para dejarnos un legado de pilotaje excepcional, que yo
diría que trasciende más allá de sus cinco títulos. En la NSR500 de Honda
encontró la montura perfecta para una cabalgada hacia la cima del motociclismo.
Tras dos campeonatos donde no tuvo oposición, en el 94 y 95, por fin en 1996
encontró su Némesis en Alex Crivillé. Fue el nacimiento de una rivalidad entre
ambos, que a diferencia de otras contiendas en el seno de un mismo equipo, se
llevó con altas dosis de lealtad. En 1996, Doohan ganó el mundial porque además
de ser más regular que Crivillé (no abandonó ninguna carrera), le ganó los
duelos directos por 6-2. Aquella campaña se recordará por el accidente de la
última vuelta en Philip Island, donde un toque entre ambos les privó de la
victoria a pocos metros de terminar la carrera. Crivillé fue acorralado en su
box por los aficionados locales, y ese incidente supuso una fractura en la
relación entre ambos.
El inicio de 1997 prometía seguir por los
derroteros del año anterior, hasta que en Assen, “Crivi” se rompe la muñeca.
Sin oposición alguna, Doohan marcha imperialmente hacia el título que logra con
doce triunfos, nuevo récord en la categoría reina.
Y así llegamos
a 1998, año que nos ocupa. El rookie
Max Biaggi deja boquiabierto a todo el paddock
desde la primera carrera y supone una seria amenaza para las Hondas de fábrica.
Al llegar a Montmeló, el italiano lideraba el campeonato. La primera vuelta del
G.P de Catalunya iba a provocar una carambola a tres bandas favorable a Doohan.
Una maniobra temeraria del japonés Fujiwara provoca una caída múltiple en la
que se ve involucrado Crivillé. Biaggi salva la caída, pero comete el error de
adelantar a Barros bajo bandera amarilla. Dirección de carrera le sanciona con
un “stop & go” pero Biaggi se
siente estafado. No pudo ver las banderas, argumentando que los comisarios
vestían de amarillo. Se le muestra una bandera negra que ignora. Doohan ajeno a
la mascarada del italiano, vence la carrera y asalta un liderato que no
soltaría. En Philip Island, un 4 de Octubre, le iba a sobrar incluso una
carrera para ser pentacampeón ante su público.
Y
de Assen… a Jerez. En la tercera prueba del mundial de 1999, otra caída le
apartó de las carreras para siempre. Ahora, cuando quiero ver motociclismo de
verdad, encuentro en YouTube el consuelo que a veces no hallo en la televisión.
Y Doohan siempre está en mi parrilla particular.
Y mañana: el arco del triunfo… y de la superación
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