EN UN 3 DE OCTUBRE DE 2004…. FREIRE ENTRA EN LA LEYENDA
Barras y estrella
Al mencionar
el término “retirada” dos preguntas torturan la mente del deportista: ¿Cuándo? ¿Cómo? Y qué difícil es acertar en
ambos casos. Una semana y tres días
después, Óscar Freire puede tener la conciencia tranquila. Colgó la bicicleta
en su prueba fetiche, la prueba en línea del Campeonato Mundial de Ciclismo en
Ruta. No pudo abrir la puerta grande, ni tan siquiera recibió la pleitesía
mediática que merece por su contribución al deporte español. Abrió sus
imperdibles, se quitó ese maldito dorsal trece de su maillot, y se fue del
ciclismo por chiqueros. Qué país de ingratos
“Cuidado que esto puede ser muy bueno”
advirtió Pedro Delgado. Óscar Freire, saltaba por la parte izquierda del grupo
aprovechando un bandazo de Beat Zberg hacia la derecha. Un ataque que debería
estudiarse en las escuelas de ciclismo. La campana en Verona, había llamado a
héroes hacía una vuelta. Y mientras en el grupo decidían si debían tirar los
Montesco o los Capuleto, un joven cántabro salido de la factoría Vitalicio,
iniciaba su romance con los mundiales. Con perspectiva, una página con reborde
dorado en la hemeroteca del deporte español.
Freire
demostró en su primer año luciendo la túnica arcoíris que era una estrella en
ciernes, logrando victorias al esprint, sobre todo en finales donde para
levantar los brazos había que utilizar más el cerebro que las piernas. En el
mundial de Plouay 2000, el sabor agridulce del bronce. Oro y bronce en dos
mundiales.
Tras un 2001
navegando a la deriva llegó la suave corriente del estuario del Tajo. Lisboa
iba a ser el escenario de una gesta histórica. Italia murió víctima de sus
propios egos, culminado con episodios kafkianos como Lanfranchi tirando para
cazar a su compañero Simoni tras un ataque de éste. Fueron momentos agónicos
para España, con la carrera rota, sin muchos corredores, y sabedores de que en
una volata final sólo Zabel parecía un rival de enjundia. Se conguió llegar al
esprint. Zabel arrancó, puede que demasiado pronto, y terminó pagándolo. Óscar avanzaba
por las vallas, la zona del todo o nada, y la moneda cayó de cara. Por estrecho
margen, se convertía en el primer español con dos mundiales en línea, ante el
rostro de un atribulado Bettini.
En 2002 el
recorrido era una planicie, en 2003 Astarloa se aprovechó del marcaje, y en
2004, Verona, bella Verona. Durante
las vueltas al recorrido, Freire seguramente pudo revivir lo que sintió al
salir de esa curva que une la circunvalación del Raggio di Sole con la vía Porta
Nova, cinco años atrás. Italia, ahora sí, se unió en torno a Bettini, pero
Freire no rodaba sólo. España hizo un trabajo colosal como equipo, impecable en
el plano táctico, neutralizando las típicas escaramuzas de esta prueba. En la
última vuelta llevaron a Freire bajo palio, si es que se puede hablar en esos
términos en esta carrera.
Luis Pérez
encabezó la comitiva a la entrada de la que pasará la historia como “curva
Freire”. Aguantó unos metros más, y cuando se apartó, Valverde, que era en
lanzador del cántabro, dudó. Podía ser una llegada muy larga, y el alemán Hondo
metió baza para su compañero Zabel. Freire perdió posiciones hasta que Valverde
pedaleó con todo. El lanzamiento fue extraordinario, y Óscar hizo fácil lo que
es difícil: rematar el trabajo de todo un equipo. Si, como dice el refranero
ciclista, cuando terminas el Tour te dan el carné de ciclista, aquella tarde de
2004 en Verona a Freire le dieron el carné de un club que sólo tiene cuatro
socios: Merckx, Binda, Van Steenbergen… y un español de Torrelavega.
Mis
últimas palabras son para rendir homenaje al otro Freire, al que sólo los
aficionados al ciclismo conocen. No es un corredor de una carrera, ha sido un
ciclista que ha puesto a España en el mapa en terrenos que nos eran casi
inhóspitos. Tres Milán-San Remo, otras tres Flechas Brabanzonas, una
Tirreno-Adriático, un maillot verde del Tour de Francia, una París-tours, una
Gante-Wevelgem… El tiempo será quien le otorgue la notoriedad que hoy se le
niega, cuando nos despertemos de lo que fue el sueño de una noche de Verona.
Gracias, campeón.
Y mañana en el blog: Cinco...mil r.p.m
Nunca se la ha reconocido como lo que es. El mejor ciclista español de siempre a la par con Indurain. Pasará mucho tiempo hasta que salga otro parecido.
ResponderEliminarGarion
Gracias por tu lectua GRAN Garion :)
ResponderEliminarLo más parecido que tuvimos en España fue Poblet, y entre Poblet y Freire casi medio siglo.