EN UN 30 DE SEPTIEMBRE DE 1992... LANCIA DEJA LOS RALLYES
El motor del rally se caló para
siempre
Resulta difícil
imaginar que en una nación como Italia donde Ferrari es una religión monoteísta
hubo un tiempo donde muchos tifossi no sabía si querían más a mamá o a papá. La
larga travesía por el desierto de la casa de Maranello durante la década de los
ochenta, contrastó con el maná que la apasionada hinchada italiana encontró en
la tierra y el barro. Lancia fue sinónimo de orgullo nacional gracias a sus
resultados en el campeonato del mundo de rallyes, convirtiéndose en veinte
años, en la mejor marca de todos los tiempos.
Lancia se
inició en los rallyes a finales de los sesenta. El grupo Fiat vio en el rally
un mercado inhóspito y en crecimiento donde podía echar raíces sin los recursos
técnicos que requería la Fórmula 1. El primer éxito de la casa de Turín en su
nueva aventura llegó de la mano del modelo Fulvia, en el campeonato que sería
predecesor del WRC actual, el campeonato mundial de marcas de rally. Lancia
ganó cuatro eventos, entre ellos el célebre Rally de Montecarlo con Sandro
Munari, indiscutible alma mater de la Escudería en sus inicios.
Al Fulvia le
sucedió el considerado por muchos icono indiscutible del mundo del rally. El
equipo técnico que encabezaba Cesare Fiorio consiguió llevar al polvo el
Stratos, una joya de la automoción salida del lápiz de Bertone, y que podría
considerarse el primer prototipo de rallyes y, en cierto modo, un ancestro de
los Grupo B que dominarían los ochenta. El binomio Stratos-Munari fue
invencible, y se alzó con tres títulos de marcas consecutivos, más una copa de
pilotos. La era del Stratos llegó a su fin con el cambio de década, al centrar
la casa Fiat los esfuerzos en el 131 Abarth.
La
reglamentación del grupo B espoleó a Lancia para desarrollar un prototipo en
1982, el 037. Bajo este hollywoodiense nombre se escondía una máquina que
dominó el campeonato del 83. Lancia volvió a reinar en el mundial de marcas, pero
se le escapó el de pilotos (bajo el formato actual) que retuvo Mikkola, con
Audi, en parte por los problemas de fiabilidad del 037.
En medio de una
era de rosas: Córcega, rally maldito. En 1985, al volante de un 037, Attilio
Bettega perdió el control y se empotró contra un árbol, falleciendo en el acto.
Un año después, en la misma prueba, la promesa finlandesa Henri Toivonen, y su
copiloto Sergio Cresto, perdieron la vida en uno de los peores accidentes de la
historia del motoracing. Su Lancia
Delta S4 se despeñó por un barranco y se incendió quemando en vida a ambos
ocupantes.
El horrible
accidente de Toivonen supuso la prohibición de los Grupo B a partir de 1987.
Lancia todavía tendría tiempo de producir el que sería el coche de los records,
el Delta Grupo A. Este modelo cosechó 41 victorias, y ganó cinco títulos
mundiales de pilotos, y seis consecutivos de constructores. Fue el vehículo que
consagró a una marca y que encumbró a Miki Biasion, y a la leyenda Juha
Kankhunnen, quien lo considera el mejor coche de rallyes jamás construido.
La retirada de
Lancia se hizo efectiva a finales de 1993, ya que el equipo Jolly Club tomó los
recursos técnicos de Lancia durante ese año (algo similar a Kronos y Citröen en
2006). Pese a contar en sus filas con el vigente campeón del mundo, Carlos
Sainz, el Delta Integrale no pudo ganar ninguna carrera en el 93, y puso un
triste epitafio a una de las mejores escuderías de la historia de la automoción
Y mañana en el blog: cuando el noble arte, deja de serlo.